Sin embargo, el proceso podría ser difícil de escalar, dice Bryan Vogt, ingeniero químico de la Universidad Estatal de Pensilvania, que no participó en el estudio. Esto se debe a que el disolvente utilizado para descomponer el poliéster es caro y difícil de recuperar después de su uso. Además, según Andini, aunque el BHET se puede volver a convertir fácilmente en ropa, no está tan claro qué hacer con las fibras sobrantes. El nailon podría ser especialmente complicado, ya que la técnica de reciclaje químico del equipo degrada significativamente el tejido.

“Somos ingenieros químicos, por lo que consideramos este proceso como un todo”, dice Andini. “Esperamos que, una vez que podamos obtener componentes puros de cada parte, podamos transformarlos nuevamente en hilo y volver a fabricar prendas”.

Andini, que acaba de recibir una beca para emprendedores, está desarrollando un strategy de negocios para comercializar el proceso. En los próximos años, pretende lanzar una startup que saque la técnica de reciclaje de ropa del laboratorio y la lleve al mundo serious. Eso podría ser un paso importante para reducir las grandes cantidades de desechos textiles que se acumulan en los vertederos. “Será una cuestión de tener el cash o no”, dice, “pero estamos trabajando en ello y estamos entusiasmados”.