Ingeniería de los entresijos: El primer paso para reducir el desorden orbital (o, coloquialmente, la basura espacial) es diseñar naves espaciales que abandonen el espacio de manera segura una vez completadas sus misiones. “Cuando era estudiante pensé ingenuamente: ‘¿Qué tan difícil puede ser eso?’”, dice Lemmens. La respuesta resultó ser más complicada de lo que esperaba.

En la ESA, trabaja con científicos e ingenieros en misiones específicas para idear buenos enfoques. Algunos incorporan propulsión que funciona de manera confiable incluso décadas después del lanzamiento otros implican el diseño de sistemas que puedan mover naves espaciales para evitar que choquen con otros satélites y con desechos espaciales. También trabajan en planes para hacer que los restos atraviesen la atmósfera sin grandes riesgos para la aviación y la infraestructura.

Estandarización del espacio: La atmósfera terrestre ejerce una fuerza de arrastre sobre los satélites que acabará sacándolos de su órbita. Las directrices nacionales e internacionales recomiendan que los satélites reduzcan su altitud al ultimate de su vida operativa para que puedan volver a entrar en la atmósfera y hacer posible esta operación. Anteriormente, el objetivo period que esto tardara como máximo 25 años Lemmens y sus colegas sugieren ahora cinco años o menos, un plazo que habría que tener en cuenta desde el principio de la planificación y el diseño de la misión.

Explicar la necesidad de este cambio de política puede parecer un poco como predicar, dice Lemmens, y es la parte que menos le gusta del trabajo. Es un desafío, dice, persuadir a la gente a no pensar en la inmensidad del espacio como “una cantidad infinita de órbitas”. Si no se realizan cambios, la cantidad de desechos espaciales puede crear un problema grave en las próximas décadas, saturando las órbitas y aumentando el número de colisiones.

Formando el futuro: Lemmens dice que su deseo es que su trabajo sea innecesario en el futuro, pero con alrededor de 11.500 satélites y más de 35.000 objetos de escombros rastreados, y más lanzamientos planeados, parece poco probable que eso suceda.

Los investigadores están estudiando cambios más drásticos en la forma en que se ejecutan las misiones espaciales. Quizás algún día, por ejemplo, podamos desmantelar satélites y encontrar formas de reciclar sus componentes en órbita. No es probable que este enfoque se utilice en el corto plazo, afirma Lemmens. Pero le alienta que más diseñadores de naves espaciales estén pensando en la sostenibilidad: “Lo best es que esto se convierta en algo ordinary, en el sentido de que se convierta en una práctica de ingeniería estándar en la que uno simplemente piensa cuando diseña su nave espacial”.